Con apenas 24 años, el corazón de Miguel late al 12% de su capacidad. Cada día es una cuenta regresiva silenciosa: vive conectado a medicamentos y a la esperanza de que, en cualquier momento, suene el teléfono con la noticia que podría salvarle la vida.
En Monclova, la historia de Miguel Rojas ha conmovido a toda la ciudad. Desde hace meses, el joven enfrenta una batalla invisible: su corazón está tan debilitado que cualquier esfuerzo, por mínimo que sea, lo deja al borde del colapso. Sus médicos en el Hospital Universitario de Monterrey le explicaron lo crudo: su única opción real es un trasplante urgente. Sin él, la vida de Miguel pende de un hilo cada día.
La vida cotidiana de Miguel se volvió una rutina marcada por pastillas, cuidados extremos y la espera eterna. Su madre, familiares y amigos no se han separado de él, ni un momento. Cada día que pasa sin que llegue un donador compatible, la angustia crece. La lista de espera es larga y, en México, la cultura de la donación de órganos todavía enfrenta grandes retos.
Mientras la salud de Miguel se deteriora, la solidaridad en Monclova crece: vecinos, amigos y organizaciones locales han iniciado campañas de apoyo, no solo para ayudarle económicamente sino para crear conciencia sobre la importancia de donar órganos. Todos coinciden: si Miguel recibe un corazón nuevo, sería una segunda oportunidad no solo para él, sino para quienes creen en la fuerza de la comunidad.
La historia de Miguel nos recuerda que la vida puede cambiar de un instante a otro, y que la generosidad de un desconocido puede hacer la diferencia entre la esperanza y la tragedia. En un país donde miles esperan un órgano, la solidaridad y la empatía son el verdadero motor del cambio. Donar órganos es regalar vida: hoy, Miguel y muchos otros esperan que alguien se atreva a dar ese paso. ¿Y tú, ya lo has pensado?
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