Lo que inició como una jornada más en la planta tratadora de aguas residuales de SIMAS en Ciudad Acuña terminó en tragedia. Un trabajador fue hallado sin vida dentro de una cisterna de aguas negras, en circunstancias que han encendido la alarma sobre las condiciones de seguridad laboral en instalaciones de este tipo.
De acuerdo con los primeros reportes, la víctima realizaba labores de mantenimiento cuando, por causas aún bajo investigación, cayó al interior de la fosa. Compañeros intentaron auxiliarlo, pero la profundidad, la toxicidad del agua y la falta de visibilidad hicieron imposible el rescate inmediato. Horas después, personal de Protección Civil y Bomberos logró recuperar el cuerpo.
Este incidente ha reavivado las críticas sobre la falta de protocolos y equipo especializado para trabajos de alto riesgo en plantas tratadoras. Sindicatos y trabajadores de otros municipios señalan que en muchas ocasiones las tareas se realizan sin supervisión suficiente, con equipo incompleto o sin capacitación específica para espacios confinados y manejo de aguas residuales.
La muerte del empleado no es un hecho aislado. En otras plantas del estado, incluidos reportes recientes en Torreón, se han documentado incidentes y deficiencias en materia de seguridad. La pregunta que queda flotando es si esta tragedia pudo haberse evitado con medidas preventivas más estrictas y una supervisión adecuada.
Ningún trabajador debería morir en su propio centro de trabajo. La tragedia de Acuña recuerda que la seguridad laboral no es un trámite, es un deber impostergable. Si la vida de quienes operan las plantas depende de protocolos que no se cumplen, el costo será siempre demasiado alto.
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