En Torreón, la diputada Cintia Cuevas sostuvo que México vive un momento político distinto, alejado de las prácticas de persecución que —afirmó— marcaron a regímenes anteriores. Señaló que hoy las diferencias políticas se procesan con mayor apertura, sin el uso de las instituciones como herramientas para acallar o intimidar a opositores.

La legisladora atribuyó este cambio a la forma en que la actual administración federal ha conducido la política nacional, priorizando el diálogo y la atención directa a demandas ciudadanas, en lugar de criminalizar la disidencia. Cuevas destacó que, en este contexto, la relación entre el Congreso, los gobiernos locales y las organizaciones sociales ha mejorado, generando un ambiente más propicio para el debate democrático.

Aunque reconoció que todavía existen retos, subrayó que el rumbo actual del país ofrece un contraste evidente con el pasado, donde los adversarios políticos eran blanco frecuente de hostigamiento. El desafío, dijo, es mantener y fortalecer este clima de respeto, evitando cualquier retroceso.

Dejar atrás la persecución política es más que un cambio de estilo: es una señal de madurez democrática. Si el poder se usa para gobernar y no para intimidar, la ciudadanía gana un espacio donde la voz de todos, simpatizantes o críticos, puede ser escuchada sin miedo.