El país discute presupuestos y el senador Adán Augusto López Hernández prefiere la Champions League: fue sorprendido viendo el Barcelona–PSG desde su curul en plena sesión de Hacienda. El gesto, viral en redes, se convirtió en metáfora de cinismo: mientras predica austeridad, amasa millones; mientras presume logros, arrastra pactos turbios en Tabasco; y cuando la prensa lo cuestiona, responde con soberbia. Para estados como Coahuila, donde la exigencia es transparencia, la pregunta resuena: ¿quién marca el gol en la cancha de la rendición de cuentas?

La imagen circuló con rapidez: López Hernández acomodado en su curul, atento al futbol y no a los números de la nación. En Torreón y Monclova, comerciantes y obreros lo comentaron con ironía: “a nosotros nos piden productividad, y ellos ven la Champions”.

Más allá de la anécdota, las críticas apuntan al historial del senador. Una investigación reveló que en 2023 y 2024 recibió cerca de 80 millones de pesos de ingresos no reportados. Aunque alegó herencias y ganado, los montos no coinciden con lo que declaró.

A ello se suman los señalamientos en Tabasco: durante su gestión como gobernador, su jefe de seguridad terminó acusado de encabezar un grupo criminal. López Hernández insiste en que desconocía los vínculos, pero documentos de Sedena contradicen esa versión.

Frente a la prensa, su respuesta ha sido desdén: calificó los señalamientos de “mafufadas” y acusó campañas en su contra. Esa postura agrava la percepción de cinismo: no solo evade cuentas, también desprecia el escrutinio ciudadano.

El futbol en el Senado no es un simple desliz: es la metáfora de un político que disfruta privilegios mientras ignora el deber de fiscalizar. En un estado como Coahuila, donde la exigencia de transparencia es urgente, el caso deja una pregunta directa: ¿queremos representantes atentos al pueblo o senadores pendientes del marcador?