Una joven de 27 años sobrevivió tras lanzarse desde la ventana de su casa en Torreón. Bomberos y Protección Civil confirmaron que sufrió fracturas, pero su caso revive un problema mayor: Coahuila tiene una de las tasas de suicidio más altas del país y sus centros de atención carecen de recursos clave.
El hecho ocurrió en la colonia San Joaquín. La víctima fue trasladada a un hospital donde permanece bajo observación. Vecinos mencionaron antecedentes de depresión sin seguimiento clínico, un patrón que se repite en la entidad.
Datos oficiales muestran que en 2024 hubo 335 suicidios en Coahuila, con una tasa de 9.7 por cada 100 mil habitantes, superior al promedio nacional de 6.8. En lo que va de 2025 ya suman 246 muertes por suicidio, y Torreón es uno de los municipios con mayor incidencia.
El panorama se agrava porque, en Torreón, el Centro Integral de Salud Mental (CISAME) opera sin psiquiatra en funciones. La falta de especialistas limita la capacidad de prevención y seguimiento de pacientes en riesgo, justo en una región donde 4 de cada 10 suicidios corresponden a jóvenes.
El gobierno federal impulsa el Programa Nacional de Salud Mental, con metas de ampliar líneas de atención y capacitación local. En contraste, Coahuila depende de brigadas temporales y centros incompletos. ¿Quién acompaña a las familias que viven con depresión en sus hogares? ¿Quién atiende a quienes piden ayuda en ventanillas municipales?
El intento de suicidio en Torreón es la punta del iceberg. Detrás de cada cifra hay una vida y una familia, y la ausencia de personal especializado demuestra que la prevención no es prioridad. ¿Queremos un Coahuila que solo contabilice tragedias, o un estado que invierta en atención real y permanente en salud mental?














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