En Ciudad Frontera, Coahuila, una revisión en el panteón local llevó al señalamiento de 52 tumbas de alto riesgo antes del Día de Muertos; la medida refleja la necesidad de sombra estatal sobre la infraestructura de los espacios de tradición y memoria en todo el estado.
El municipio de Ciudad Frontera, en la región Centro-Desierto de Coahuila, activó un operativo especial previo a las festividades de Día de Muertos, mediante el cual se delimitaron 52 tumbas consideradas inestables o con peligro para visitantes. El director de Protección Civil municipal informó que el plan contempla ambulancias, paramédicos, unidad de ataque rápido y la coordinación con otras áreas municipales para atender posibles incidentes.
Aunque la medida es local, la implicación estatal es clara: Coahuila debe contar con protocolos sistemáticos para revisar y mantener panteones en todos sus municipios antes de fechas de alta afluencia. Este caso plantea la pregunta de cuántas tumbas en otros panteones del estado permanecen sin revisión, y cómo se integran estos esfuerzos en una política estatal de infraestructura funeraria y cultural.
En un estado donde la tradición del día de muertos atrae a miles de visitantes a panteones municipales, la administración estatal, en coordinación con municipios, requiere definir un mapa de riesgo, presupuestos anuales para mantenimiento y un sistema de informes públicos. De lo contrario, acciones puntuales como esta pueden quedarse como “hazaña local” en vez de política pública replicable.
Las festividades de Día de Muertos son una riqueza cultural de Coahuila, pero también un reto logístico de seguridad, infraestructura y memoria. Delimitar tumbas de riesgo es un paso positivo, pero no suficiente: la obligación es asegurar que todos los panteones, en todas las regiones, estén preparados y supervisados. ¿Cuándo el estado garantizará que la tradición no tenga que depender solo de alertas municipales y sí de un protocolo estatal sólido?














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