En pláticas en mercados y entre transportistas de Acuña circula el alivio: las lluvias de verano permitieron que la Presa La Amistad aumentara su nivel de almacenamiento hasta un 24 %, un repunte que, aunque todavía bajo, representa un respiro para las familias de la región y para las actividades agrícolas que dependen del embalse.
De acuerdo con la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), el incremento se logró tras varias semanas de precipitaciones constantes que elevaron el caudal del río Bravo. Con este avance, el embalse pasó de niveles críticos a un escenario que permite planear el suministro de agua con mayor certidumbre, aunque aún está lejos de su capacidad total.
Hasta ahora se ha confirmado que el almacenamiento alcanza apenas una cuarta parte de la capacidad de la presa. Todavía no está claro si las lluvias se mantendrán en los próximos meses para consolidar la recuperación, ni qué medidas adicionales se implementarán para garantizar agua suficiente en 2025.
En las colonias de Acuña y zonas rurales, los productores ven con esperanza el repunte, pero también insisten en la necesidad de un manejo transparente del agua y de coordinación binacional con Estados Unidos, dado que la presa es compartida. Madres de familia y docentes subrayan que la seguridad hídrica debe ser prioridad para evitar crisis futuras.
El aumento en la Presa La Amistad es un recordatorio de que la naturaleza ofrece oportunidades, pero la gestión humana debe convertirlas en certezas. Acuña y Coahuila necesitan políticas hídricas firmes, con transparencia y coordinación binacional, para que cada litro ganado con la lluvia se traduzca en bienestar y seguridad.














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