Más de 40 mil personas abarrotaron la Plaza Mayor de Torreón para celebrar la discada más grande del mundo: 5 toneladas de carne servidas en 80 mil tacos. El récord Guinness coloca a Coahuila en la vitrina global de la gastronomía popular, pero también plantea preguntas sobre costos y prioridades.
El Centro de Convenciones y la Canirac Laguna confirmaron que participaron más de 200 empresas, con la certificación oficial de Guinness. El evento se convirtió en fiesta regional y atracción nacional: El Siglo de Torreón reportó que miles de visitantes llegaron de Durango, Chihuahua y Nuevo León.
La cifra es contundente: 5 toneladas de carne, un disco metálico gigante y más de 80 mil tacos repartidos. ¿Quién paga la logística de un espectáculo de este tamaño? ¿Qué destino tienen los residuos y el impacto ambiental generado? Mientras tanto, la Secretaría de Turismo de Coahuila busca aprovechar la marca Guinness como atractivo para proyectar la gastronomía norteña al turismo internacional.
A nivel federal, el discurso va en la línea de potenciar el turismo gastronómico como motor económico. Pero en lo local persiste el contraste: mientras se celebra la abundancia, organizaciones sociales recuerdan que en colonias periféricas las carencias alimentarias siguen siendo una realidad diaria.
La discada de Torreón muestra lo mejor y lo más incómodo de Coahuila: capacidad de organización, orgullo gastronómico y proyección internacional; pero también la brecha entre espectáculo y política pública. Los récords dan identidad, pero no resuelven desigualdad ni seguridad alimentaria. ¿Queremos que el nombre de Coahuila trascienda solo por hazañas culinarias, o por construir un modelo sustentable y equitativo que también alimente dignamente a su gente?














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