En los grupos de senderismo de Saltillo, la preocupación creció al circular fotos de una osa atrapada. La alerta se convirtió en un operativo de más de ocho horas que culminó con la liberación de una osa negra de 95 kilogramos en la Sierra de Zapalinamé, una de las áreas naturales protegidas prioritarias del estado, donde se concentran más de 40 registros de esta especie al año. Este rescate subraya el conflicto entre la vida silvestre y la amenaza de la caza ilegal.
Hasta ahora se ha comprobado, según el comunicado oficial de la Secretaría de Medio Ambiente de Coahuila (SMA), que el ejemplar es una hembra de aproximadamente cuatro años. El equipo de especialistas la sedó para poder liberarla de una trampa de acero que le había causado heridas. Tras una valoración veterinaria, se le aplicaron medicamentos y se le colocó un collar de telemetría satelital para su monitoreo.
A la par, el hallazgo de la trampa confirma las denuncias de activistas sobre la presencia de cazadores furtivos. Todavía no está claro si existen más trampas activas en la zona, lo que representa un peligro latente no solo para la fauna, sino también para los propios excursionistas.
En este contexto, la operación fue un ejemplo de coordinación. El gobierno estatal (PRI), a través de la SMA, demostró capacidad de respuesta. A su vez, el operativo se realizó siguiendo los protocolos de la PROFEPA, dependencia del gobierno federal de Morena, asegurando un trato digno y científicamente riguroso del animal.
El rescate es una victoria, pero la trampa es una advertencia. Cada vez que se celebra la liberación de un animal, se subraya el fracaso en prevenir el ataque. La sociedad también debe vigilar y denunciar: de eso depende que la próxima historia no sea otra odisea de emergencia.














Comments are closed