La Región Sureste concentra más del 75 % de las exportaciones de Coahuila. Una segunda ola de inversiones por el nearshoring busca consolidarla como un polo industrial clave a nivel continental, pero el impacto ya se expande por todo el estado.
Hasta ahora se ha comprobado que la demanda de naves industriales ha disparado la actividad de desarrolladores como Grupo Amistad. Con su nueva inversión de 80 millones de dólares en un parque industrial, no solo la Región Sureste se beneficia; también la Comarca Lagunera se coloca como un receptor clave de industria ligera y avanzada. Esto demuestra la diversificación geográfica del boom y el potencial de nuevos empleos para miles de familias, considerando que la primera ola de relocalización generó más de 48 mil puestos de trabajo solo en 2023.
A la par, esta nueva etapa exige más que espacio. Todavía no está claro si la red eléctrica actual podrá satisfacer la demanda de energía. En este contexto, el gobierno federal de Morena impulsa metas concretas como las del “Plan Sonora”, buscando que los nuevos parques industriales se integren a una red con un 35% de generación de energía limpia. Por su parte, el gobierno estatal (PRI) tiene la responsabilidad de transparentar los planes de infraestructura hídrica, pues la escasez de agua sigue siendo un riesgo latente.
Para que esta segunda ola no se estrelle, la coordinación es fundamental. La modernización de carreteras y la agilización de los cruces fronterizos es una tarea pendiente que requiere un esfuerzo conjunto entre federación y estado para no comprometer la ventaja competitiva de Coahuila.
La segunda ola del nearshoring es un tren de alta velocidad que Coahuila no puede permitirse perder. Pero el progreso no se mide solo en naves industriales, sino en calidad de vida. La sociedad debe vigilar, preguntar y exigir rendición de cuentas: de eso depende que este tren no descarrile.














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