En Torreón se anunciaron más de mil microcréditos para mujeres emprendedoras, en un esfuerzo que busca repartir cerca de 12 millones de pesos. El eco llega a todo Coahuila: Piedras Negras, Saltillo y otros municipios han promovido esquemas similares, pero con resultados fragmentados y sin una estrategia estatal que los articule.
El Ayuntamiento de Torreón informó que el programa “Las Mujeres Siempre Pueden” contempla 1,610 créditos a entregarse entre octubre y noviembre. Casos como Piedras Negras muestran que se han otorgado alrededor de 1.9 millones de pesos en apoyos municipales a micro y pequeñas empresas. A nivel estatal, la Secretaría de las Mujeres maneja el programa “Mujeres Fuertes”, con créditos para proyectos productivos.
Estas iniciativas abren oportunidades inmediatas, pero la crítica es inevitable: ¿quién mide el impacto real en la vida de las beneficiarias? ¿Qué porcentaje de negocios logra sobrevivir más allá de seis meses? ¿Cómo se garantiza que los recursos no se diluyan en gastos familiares urgentes en lugar de consolidar emprendimientos?
El contraste es claro: mientras la federación impulsa protocolos de inclusión financiera con perspectiva de género y metas de bancarización, en Coahuila los programas aparecen dispersos, con poca evaluación y sin continuidad asegurada. El reto es articular una política estatal que dé coherencia y seguimiento, para que los apoyos dejen de ser un paliativo local.
Los microcréditos generan esperanza y titulares, pero sin una ruta de acompañamiento se vuelven promesas vacías. Coahuila necesita pasar del cheque simbólico a la construcción de redes de capacitación, comercialización y seguimiento. El futuro económico de las mujeres no debería depender de programas que nacen y mueren cada administración. ¿Queremos emprendedoras sólidas que transformen la economía estatal, o seguiremos apostando a apoyos dispersos que apenas sostienen el mes a mes?














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