Aunque las lluvias recientes han llenado presas y humedales, los acuíferos subterráneos de Coahuila continúan en descenso. La experta Rosario Sánchez alertó que el ciclo de recarga natural es más lento que la extracción, y que el estado podría enfrentar una crisis hídrica más profunda si no se toman medidas urgentes.

La imagen de presas llenas ha traído alivio a muchas regiones de Coahuila, pero bajo la superficie, la historia es distinta. Rosario Sánchez, investigadora del Instituto de Recursos Hídricos de Texas A&M, advirtió que el nivel de los acuíferos subterráneos continúa bajando, incluso tras las lluvias de esta temporada.

El problema, explicó, radica en el uso excesivo del agua subterránea para actividades agrícolas, industriales y urbanas, combinada con una recarga natural que tarda años —incluso décadas— en manifestarse. Mientras las lluvias pueden mejorar el abasto superficial a corto plazo, no corrigen el desequilibrio de fondo.

En zonas como La Laguna, el Semidesierto o el norte de Coahuila, esta tendencia es particularmente grave. Muchos pozos ya muestran signos de agotamiento, y las comunidades que dependen de ellos enfrentan cada vez más dificultades para garantizar el suministro diario. A esto se suma la sobreexplotación de mantos freáticos sin regulación efectiva ni conciencia social sobre su vulnerabilidad.

La experta hizo un llamado a replantear el modelo de gestión del agua, con énfasis en el uso sustentable, la recarga artificial, la tecnificación del riego agrícola y la participación ciudadana. Sin cambios estructurales, advirtió, el agua que no vemos podría ser la que más nos falte en el futuro cercano.

El verdadero riesgo no siempre se nota a simple vista. Mientras celebramos las lluvias, el subsuelo se vacía en silencio. Coahuila necesita mirar hacia abajo, medir con honestidad y actuar con responsabilidad. Porque sin agua subterránea, no hay mañana que nos alcance.