El agua se fue, pero dejó huella. Tras la tormenta que azotó Torreón, cuadrillas municipales y estatales activaron un operativo relámpago para limpiar calles, retirar escombros y restablecer servicios. La ciudad intenta volver a la normalidad, mientras vecinos exigen soluciones de fondo y mejor infraestructura.
Desde la madrugada, equipos de limpieza, Protección Civil y servicios públicos salieron a los puntos más afectados: colonias anegadas, avenidas llenas de lodo y desechos, camellones arrasados por la corriente. Con maquinaria y a mano, los trabajadores se enfrentan a una carrera contra el reloj para abrir vialidades y prevenir accidentes mayores.
El operativo incluyó desazolve de alcantarillas, retiro de basura y poda de árboles caídos. Personal municipal también repartió apoyos a familias que sufrieron pérdidas materiales y ofreció atención psicológica a quienes vivieron momentos de angustia durante la tormenta.
Sin embargo, vecinos y organizaciones civiles insisten en que la limpieza no es suficiente: urge invertir en drenaje pluvial, sistemas de alerta y mantenimiento constante para evitar que cada lluvia se convierta en emergencia. El recuerdo de lo vivido sigue fresco y el miedo a la próxima tormenta no desaparece.
Limpiar la ciudad después de la lluvia es solo la primera etapa; lo esencial es prevenir que el desastre se repita. Torreón necesita planeación urbana y voluntad política para invertir en infraestructura resiliente. La naturaleza seguirá poniendo a prueba a la ciudad, pero las respuestas no pueden seguir siendo reactivas. Prevenir hoy es la mejor forma de proteger el futuro.
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