En los hogares, escuelas y restaurantes de Coahuila, un riesgo silencioso y mortal está siempre presente: el atragantamiento. La trágica muerte de un niño de 10 años en Ciudad Acuña, confirmada por la Fiscalía General del Estado, es un doloroso recordatorio de esta vulnerabilidad y expone una crítica brecha en la preparación de la sociedad: la falta de conocimiento masivo sobre primeros auxilios básicos.

El menor, identificado como Santiago “N.”, falleció por asfixia por obstrucción de las vías respiratorias mientras comía una botana. La asfixia por atragantamiento es una de las principales causas de muerte accidental en niños a nivel nacional, y la mayoría de estos incidentes ocurren en el hogar en presencia de familiares.

Este lamentable hecho exige una rendición de cuentas a las autoridades de salud y protección civil del estado sobre sus estrategias preventivas. El protocolo federal de salud pública insiste en la capacitación ciudadana como la solución más efectiva para reducir este tipo de muertes.

¿Tiene la Secretaría de Salud de Coahuila, en coordinación con Protección Civil, un programa permanente y masivo para capacitar a maestros y padres de familia en maniobras de primeros auxilios como la de Heimlich? La pregunta es fundamental para evitar futuras tragedias.

Un niño ha muerto y no hay palabras para el dolor de su familia. Pero esta tragedia nos deja una lección y una enorme responsabilidad. La pregunta para las autoridades y para cada uno de nosotros en Coahuila es: ¿sabemos qué hacer si una persona se está ahogando frente a nosotros? El conocimiento para salvar una vida debería ser tan básico como saber leer.