En los grupos de búsqueda y entre las familias de personas desaparecidas en Coahuila, cada nueva ficha es un recordatorio de una herida abierta. La reciente desaparición de Salvador de León, un hombre de 49 años visto por última vez en Francisco I. Madero, se suma a la alarmante cifra de casos en el estado y vuelve a poner sobre la mesa la eficacia de los protocolos de búsqueda y la coordinación entre las autoridades.

Salvador fue visto por última vez el 18 de septiembre. La Comisión de Búsqueda del Estado de Coahuila ha emitido una ficha oficial, activando el protocolo de localización que involucra a diversas corporaciones de seguridad. Este es el procedimiento estándar, pero para las familias, cada minuto cuenta y la difusión masiva es crucial.

El caso de Salvador subraya la necesidad de que los mecanismos de búsqueda, tanto federales como estatales, se fortalezcan con más recursos y personal. La exigencia de los colectivos de búsqueda es una rendición de cuentas constante sobre los avances en las investigaciones.

¿Están funcionando los arcos de seguridad y las cámaras de videovigilancia de la estrategia estatal para la localización inmediata de vehículos y personas reportadas como desaparecidas? La pregunta es vital para miles de familias que viven en la incertidumbre.

La desaparición de una persona es un fracaso para toda la sociedad y un golpe a la confianza en las instituciones. Más allá de emitir una ficha, la pregunta para las autoridades de Coahuila es si están utilizando toda la fuerza del estado, la tecnología y la inteligencia para que cada persona desaparecida regrese a casa.