El enojo se desbordó en las calles de Monclova: tras un accidente que dejó a un niño herido, vecinos enfurecidos detuvieron, amarraron y golpearon al conductor responsable antes de la llegada de la policía. El caso reabre el debate sobre la justicia por mano propia y la desconfianza en las autoridades.
El hecho ocurrió en la colonia Guerrero, donde un automóvil arrolló a un menor que jugaba cerca de su casa. Testigos aseguran que el conductor intentó huir, provocando la reacción inmediata de los vecinos. En cuestión de minutos, decenas de personas rodearon el vehículo, sacaron al hombre por la fuerza, lo ataron a un poste y lo golpearon, exigiendo que “pagara por lo que hizo”.
Elementos de la Policía Municipal llegaron poco después para rescatar al conductor y ponerlo a disposición de las autoridades. El menor fue trasladado de urgencia a un hospital; su estado de salud se reporta como delicado pero estable. La Fiscalía ya investiga el accidente y las lesiones provocadas al automovilista por los habitantes.
Este episodio pone sobre la mesa una preocupación creciente: la pérdida de confianza en los procesos legales y la tentación de buscar justicia inmediata cuando se percibe impunidad. Mientras tanto, la comunidad sigue dividida entre la indignación y la reflexión sobre los límites de la reacción social.
La furia de los vecinos en Monclova es reflejo de una sociedad cansada de esperar respuestas. Sin embargo, la justicia por mano propia nunca es la solución: solo genera más violencia y deja abiertas heridas difíciles de sanar. Urge que las autoridades recuperen la confianza de la ciudadanía y garanticen que, ante cualquier tragedia, la ley sea suficiente y justa. Cuando la gente toma la ley en sus manos, todos perdemos un poco más de paz.
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