Capacitar agentes viales en ética y derechos humanos es indispensable; no hacerlo sería inexcusable. Pero transformar actitudes requiere más que cursos: exige monitoreo constante, sanciones firmes, rendición pública de cuentas y que cada ciudadano pueda vigilar al guardián.
Si esos 300 agentes estudian ética hoy, que el Gobierno les exija integridad mañana. Porque la confianza no se da por decreto: se construye día tras día en cada patrullaje justo.
La verdadera medida del éxito será que los ciudadanos caminen tranquilos y no teman la conductancia detrás del uniforme.
La Unidad Municipal de Derechos Humanos dio curso de “Código de Ética, conducta y faltas administrativas” a 300 agentes de Tránsito y Vialidad de Torreón, bajo argumento de fortalecer valores institucionales. Pero para muchos ciudadanos, la capacitación suena a discurso: la verdadera prueba será ver menos abusos, menos arbitrariedades y menos quejas ciudadanas.
La capacitación, impartida por la UMDH, se divide en grupos de 30 a 50 agentes y se integra al plan de profesionalización ordenado por el alcalde Román Cepeda.
Se cubren temas como ética, derechos humanos y faltas administrativas, con el objetivo de mejorar la atención al público y rigidez en el cumplimiento normativo.
Sin embargo, los cursos no pueden quedarse en teoría. En el pasado, casos de abuso, extorsión o falta de responsabilidad vial han continuado pese a compromisos similares.
Un indicio inquietante: algunas versiones en redes sociales afirman que los mismos 300 agentes podrían empezar a portar armas; si esto es cierto, el peso de la ética debe ponerse a prueba inmediatamente.
Además, aunque medios locales reconocen la formación, no hay reporte accesible de evaluaciones posteriores ni indicadores claros de supervisión. La falta de transparencia en seguimiento pone en duda el compromiso institucional.
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