Lo que debía ser una fiesta para la comunidad terminó en desconcierto y acusaciones: ejidatarios de San Buenaventura denunciaron el presunto robo de las recaudaciones obtenidas durante un festival local. El dinero desapareció sin dejar rastro, alimentando la desconfianza y el enojo entre los organizadores y asistentes.

Según testimonios de ejidatarios y autoridades auxiliares, el festival comunitario, realizado para recaudar fondos destinados a mejoras del ejido y apoyo social, concluyó en medio de rumores y señalamientos. Al hacer el corte de cuentas, los responsables descubrieron un faltante considerable en la caja principal, lo que motivó una denuncia ante la Fiscalía General del Estado.

Los afectados exigen una investigación a fondo, temiendo que el recurso haya sido sustraído por personas con acceso privilegiado durante el evento. Además, pidieron transparencia total y que se refuercen los mecanismos de vigilancia y control para futuros festivales.

La autoridad municipal se comprometió a colaborar con las investigaciones y a garantizar que los responsables enfrenten consecuencias, en caso de comprobarse el delito. Por ahora, la desilusión se suma al sentimiento de traición entre quienes participaron de buena fe.

El presunto robo en San Buenaventura va más allá del dinero: pone en juego la confianza y la unión de una comunidad. Cuando los recursos públicos o comunitarios desaparecen, todos pierden. Es vital que la justicia actúe, pero también que las organizaciones fortalezcan la rendición de cuentas. Sólo así se podrá restaurar la credibilidad y asegurar que las fiestas comunitarias sean siempre motivo de orgullo, no de sospecha.