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Entre alivio y amenaza Las lluvias traen esperanza en Coahuila, pero el cambio climático sigue alterando su territorio

Las lluvias recientes han dado un respiro al territorio coahuilense: casi la mitad del estado se encuentra libre de afectación por sequía, según datos oficiales. Sin embargo, los expertos advierten que el problema persiste en buena parte del norte, mientras aumentan los riesgos de urbanización irregular y fenómenos extremos como granizadas y descargas eléctricas.


Coahuila atraviesa una etapa ambivalente: mientras las lluvias de julio han reducido la intensidad de la sequía en vastas regiones del estado, también han desatado alertas por tormentas severas y urbanización descontrolada en zonas vulnerables.

De acuerdo con el Monitor de Sequía de la Conagua, un 46.9% del estado se encuentra actualmente sin afectación, una mejora significativa frente al panorama crítico de meses anteriores. Municipios como Arteaga, Saltillo y Ramos Arizpe han recibido precipitaciones suficientes para salir de la categoría de sequía, lo que ha beneficiado a zonas agrícolas y forestales.

Sin embargo, el mismo informe revela que Coahuila sigue figurando entre las entidades más afectadas del país, especialmente en la región norte, donde municipios como Piedras Negras, Acuña, Allende y Zaragoza continúan en condiciones de sequía severa o extrema. La recuperación hídrica, por tanto, sigue siendo desigual y frágil.

En paralelo, el Servicio Meteorológico Nacional advirtió sobre la posibilidad de lluvias muy fuertes en el estado, acompañadas de descargas eléctricas, rachas de viento y granizo. Estas condiciones pueden derivar en deslaves, inundaciones y afectaciones a caminos rurales, sobre todo en zonas mal urbanizadas o con drenajes colapsados.

El caso de Piedras Negras encendió las alertas al otro lado de la frontera: el condado de Maverick, Texas, prohibió nuevas urbanizaciones en áreas inundables, en respuesta a los daños por tormentas recientes. La decisión contrastó con el modelo de desarrollo inmobiliario que Saltillo aún contempla, incluso en zonas de alto riesgo, sin planes de mitigación claros.

Organizaciones ambientales y especialistas en urbanismo han señalado que, si bien las lluvias son una bendición momentánea, la falta de planeación urbana y el crecimiento desordenado pueden convertirlas en amenazas. Las autoridades estatales han prometido reforzar el monitoreo de zonas críticas y actualizar los atlas de riesgo, aunque aún no se anuncian medidas concretas en las zonas limítrofes más vulnerables.


Las lluvias llegaron como un alivio, pero también como advertencia. Coahuila necesita más que agua: requiere visión, prevención y un modelo de desarrollo que no desafíe a la naturaleza. Seguir urbanizando sin control es tentar a la tragedia. El verdadero reto no es sobrevivir al clima, sino aprender a convivir con él sin poner en riesgo nuestras ciudades.

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