Coahuila, uno de los principales estados exportadores de ganado del país, enfrenta una crisis de confianza y económica sin precedentes. El presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), Homero García de la Llata, reveló que el sistema de trazabilidad del ganado bovino ha sido vulnerado por “orígenes fraudulentos”, una acción que, dejó entrever, estaría detrás de los brotes de gusano barrenador que provocaron el cierre de la frontera de Estados Unidos a las importaciones.

La declaración es una bomba para el sector ganadero coahuilense, que depende de la exportación. El cierre de la frontera representa pérdidas millonarias diarias para los productores del estado, cuya reputación de calidad sanitaria ahora está en entredicho por las acciones de “unos cuantos”.

El gobierno federal, a través de SADER y SENASICA, aplica los protocolos sanitarios para erradicar el gusano barrenador, buscando una solución para reabrir el mercado. Sin embargo, la denuncia del líder nacional pone la responsabilidad de la supervisión y la rendición de cuentas directamente sobre las autoridades estatales y las uniones ganaderas locales.

¿Implementará la Secretaría de Desarrollo Rural de Coahuila, junto con la Unión Ganadera Regional, una auditoría y una depuración de las ventanillas del SINIIGA en el estado para identificar y sancionar a quienes han hecho mal uso del sistema? La pregunta es clave para restaurar la confianza.

El gusano barrenador no cruzó la frontera solo; lo ayudó la corrupción. La pregunta para las autoridades y los líderes ganaderos de Coahuila no es cómo matarán al gusano, sino si tienen la valentía para extirpar el cáncer de la trampa y el fraude que está matando a su industria desde adentro.