Para los miles de trabajadores que a diario laboran en los parques industriales de Coahuila, el temor a un accidente químico es una amenaza latente. Esa amenaza se materializó en Torreón con una fuga de ácido nítrico en un complejo industrial, generando una nube tóxica que provocó la evacuación de la zona y reabrió el debate estatal sobre la eficacia de los protocolos de seguridad y la supervisión de las empresas de alto riesgo.

El incidente, ocurrido en la Zona Industrial Ferropuertos, movilizó a unidades especializadas de Bomberos y Protección Civil. La falta de una comunicación de riesgos oportuna y clara por parte de la empresa generó alarma y molestia entre los trabajadores de las naves aledañas. Este tipo de fallas evidencia la necesidad de una regulación más estricta.

Este suceso exige una rendición de cuentas por parte de la Secretaría de Medio Ambiente de Coahuila y la Secretaría del Trabajo. Si bien los protocolos federales de seguridad industrial existen, su aplicación y vigilancia son responsabilidad del estado.

¿Tiene la Secretaría del Trabajo de Coahuila un programa de inspecciones sorpresa para verificar que las empresas de alto riesgo cuenten con planes de contingencia funcionales y no solo con documentos en regla? La pregunta es crucial para la seguridad de miles de coahuilenses.

Un accidente químico no es mala suerte; es el resultado de una cadena de fallas en la prevención y la supervisión. La pregunta para las autoridades de Coahuila no es si pueden apagar el fuego, sino qué están haciendo para evitar que la próxima chispa se encienda.