En los círculos financieros y de la construcción en Coahuila, la noticia es motivo de orgullo y análisis: Grupo Carso, un jugador clave en la infraestructura del estado, no solo se afianzó con el contrato para el estudio del tren Saltillo-Nuevo Laredo, sino que simultáneamente ganó una licitación para una obra en el Metro de Nueva York. Este doble éxito posiciona a la empresa como un competidor de clase mundial y subraya la capacidad técnica que opera desde México.
El proyecto local es estratégico para la competitividad de Coahuila: los estudios para el tren de pasajeros y carga Saltillo-Nuevo Laredo son el primer paso para consolidar un corredor logístico vital para el T-MEC. Por otro lado, la obtención de un contrato en una de las infraestructuras más complejas del mundo, como la de Nueva York, es un espaldarazo a la ingeniería mexicana.
Grupo Carso ha demostrado que las empresas con base de operaciones en México tienen la capacidad para competir y ganar en los mercados más exigentes del planeta. Esta sinergia entre proyectos locales y conquistas globales es un pilar del modelo de desarrollo económico que se busca para el país.
¿Tiene el gobierno de Coahuila una estrategia clara para capitalizar el éxito de estos gigantes y atraer a su red de proveedores internacionales para que inviertan directamente en el estado? La pregunta es clave para que los beneficios de estos magnos proyectos se traduzcan en un desarrollo económico más profundo para la región.
Ganar un contrato en Nueva York mientras se planea un tren en casa es una señal de poderío indiscutible. Sin embargo, el verdadero éxito para Coahuila no se medirá en los titulares de la prensa financiera, sino en la capacidad de convertir estas grandes obras en empleos de calidad, desarrollo de proveedores locales y una mejor infraestructura para todos los coahuilenses.














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