El río Bravo volvió a hacer honor a su nombre: tras las lluvias históricas registradas en la región, la creciente alcanzó su punto más alto del año, obligando a Protección Civil de Piedras Negras a emitir una alerta urgente ante el aumento del caudal, que pasó de 38 a 300 metros cúbicos por segundo. El fenómeno no solo inquieta a Coahuila, sino que ya se hace sentir con fuerza en el lado texano.

La llegada del agua, celebrada en un inicio como respiro tras meses de sequía, rápidamente se convirtió en motivo de inquietud. El ascenso abrupto del río ha puesto bajo vigilancia los márgenes y zonas bajas de Piedras Negras, mientras que autoridades mexicanas y estadounidenses coordinan monitoreo y acciones preventivas. Hay especial atención en colonias ribereñas y pasos informales, donde el riesgo de inundación y arrastre es real.

Del otro lado de la frontera, las lluvias históricas ya provocaron desbordamientos en áreas de Eagle Pass, con reportes de casas dañadas y familias desplazadas. El Bravo, que separa y une a dos países, muestra de nuevo su doble filo: fertiliza la tierra, pero también puede poner en jaque a comunidades enteras.

Vecinos y comerciantes de la ribera recuerdan años anteriores, cuando la crecida dejó estragos, y llaman a mantener la calma y acatar las recomendaciones de Protección Civil. La vigilancia será permanente, pues las condiciones meteorológicas podrían mantener el nivel del río alto durante varios días.

El río Bravo es vida y frontera, esperanza y amenaza. Su desbordamiento es recordatorio de la fuerza de la naturaleza y de la necesidad de cooperación binacional. Ojalá la solidaridad, la prevención y el aprendizaje de años pasados nos ayuden a enfrentar juntos los retos de cada creciente, sin perder de vista la oportunidad de planear para un futuro más seguro en ambas orillas.