La histórica siderúrgica AHMSA entró en concurso mercantil hace casi dos años dejando más de 8 000 obreros sin empleo ni finiquito. En la explanada de Monclova, decenas de trabajadores portaron camisetas negras y cartulinas que advierten: “Aquí estamos, no lo olviden”. Acusaron al ex-presidente del consejo, Alonso Ancira Elizondo, de ser el artífice del desastre mientras la autoridad federal acumula pruebas que, según los obreros, siguen sin acción.

Los que antes operaban altos hornos hoy enfrentan deudas, créditos vencidos y viviendas en riesgo. Según una filtración de nómina y adeudos, mientras se pagaban sueldos administrativos multimillonarios, las bases obreras quedaron en silencio.

El líder sindical que representa a los obreros advirtió que el pago de liquidaciones y la venta de activos de la empresa son la clave de su futuro; sin embargo, el calendario aún no se hace público ni hay un mecanismo claro de seguimiento.
¿Dónde están los recursos para los finiquitos? ¿En qué condición quedarán miles de familias si el proceso se alarga indefinidamente?

Cuando una entidad industrial tan relevante como AHMSA colapsa y deja tras de sí un río de incertidumbre y abandono, no basta con declarar quiebra: hace falta justicia, transparencia y reparación. Coahuila no puede permitirse que su industria moderna se convierta en sinónimo de deuda social. ¿Queremos un estado que acometa rescates dignos o uno que insista en recortes humanos?