La situación energética en Coahuila ha dejado de ser una simple molestia para convertirse en una seria preocupación. En ciudades como Torreón, Matamoros o Parras, los cortes constantes del suministro eléctrico ya no sorprenden: indignan. La cifra de interrupciones en los últimos años se cuenta por cientos de miles, y el panorama no promete mejora inmediata.
La red de distribución eléctrica está envejecida, saturada y sin un plan claro de renovación. Desde la propia Comisión Federal de Electricidad se reconoce que los recursos no alcanzan para actualizar el sistema como se requiere. Mientras tanto, se pide a la industria reducir su consumo, una solicitud que en pleno verano y con industria creciente, se siente fuera de la realidad.
A esto se suma un fenómeno poco abordado pero muy dañino: la instalación descontrolada de cableado de empresas privadas que, sin la regulación adecuada, ha comenzado a colapsar los postes y estructuras existentes. Lo que parece un tema técnico, en realidad es una bomba de tiempo que afecta la imagen urbana, la seguridad de las personas y el funcionamiento del sistema eléctrico.
Aunque se han anunciado obras importantes en la capital del estado, el resto del territorio sigue esperando acciones contundentes. La propuesta de trasladar las redes al subsuelo suena prometedora, pero sin una voluntad real, seguirá siendo solo una buena intención.
Pero en medio de esta crisis hay una figura que suele quedar fuera del discurso técnico: el usuario. El padre de familia que intenta calmar a sus hijos en medio de la oscuridad. La madre que ve cómo sus alimentos se echan a perder por la falta de refrigeración. El adulto mayor que depende de un ventilador o un equipo médico. ¿Quién ha pensado en el verdadero protagonista: el ciudadano? El que no ve estadísticas ni comunicados, sino rostros de incertidumbre a su alrededor. El que cada noche se pregunta cuándo volverá la normalidad a su hogar.
La energía eléctrica es más que un servicio: es la base de la vida moderna. Y en un entorno donde el calor se vuelve extremo y los equipos médicos o de refrigeración son indispensables, los apagones dejan de ser tolerables.
Coahuila necesita soluciones, no intenciones. Invertir en energía es invertir en salud, productividad y bienestar. Porque vivir entre apagones no es una opción.
Esa es mi opinión que no se detiene. ¿Y tú, por dónde vas?
La editorial
Camino Ciudadano
Opinión que no se detiene
Por Jorge Damián Rodríguez Argüello.
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