Un cateo ejecutado en pleno centro de Monclova dejó tras de sí un decomiso significativo: 300 dosis de cocaína y 50 de marihuana, y la detención de una mujer. El inmueble intervenido ahora queda en la lupa de la Justicia. Esta acción importa para todo Coahuila porque confirma que la línea entre el narcotráfico urbano y la zona regional no es impermeable; si los narcomenudistas operan aquí, otros municipios medianos podrían estar bajo la misma sombra.
El operativo se realizó gracias a una investigación conjunta de los tres niveles de gobierno, con apoyo del Grupo de Reacción Centro (GRC), bajo supervisión del mando regional de la Policía Estatal, Luis Ángel Estrada Picena, y del delegado regional de la FGE, Miguel Ángel Medina Torres.
Durante la intervención, la mujer fue detenida y el inmueble quedó asegurado por agentes de la Agencia de Investigación Criminal (AIC). La droga fue puesta a disposición de la Fiscalía General de la República (FGR) por tratarse de delitos del orden federal.
Hasta ahora se ha comprobado que la acción forma parte de una estrategia rutinaria de seguimiento a rutas de narcomenudeo en la región; todavía no está claro si con esta intervención se logró desmantelar una célula mayor, o solo interrumpir temporalmente la cadena local.
Comparativamente, Monclova ha sido escenario de múltiples operaciones recientes: en otros cateos previos se han asegurado armas, drogas y presuntos explosivos. Esto sugiere que el municipio es punto de tránsito o distribución privilegiada en la cadena criminal del centro estado.
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Detener dosis e individuos es necesario, pero no suficiente. Si no acompañamos estos golpes con políticas de prevención, rehabilitación y vigilancia ciudadana activa, siempre habrá recambios. ¿Queremos un Coahuila que combata solo donde hay focos visibles, o uno que cierre las vías de escape del narcomenudeo desde el origen?














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