A casi dos décadas del desastre, el Gobierno Federal ha recuperado 23 cuerpos de mineros en Pasta de Conchos. De ellos, 16 ya fueron entregados a sus familias, en un proceso marcado por el duelo, la esperanza y la exigencia de justicia.
La herida sigue abierta, pero empieza a cerrarse con dignidad. El Gobierno de México informó que hasta el momento se han recuperado 23 cuerpos de los 63 mineros atrapados en la mina Pasta de Conchos, ubicada en el municipio de San Juan de Sabinas, Coahuila, tras el colapso ocurrido en febrero de 2006.
De esos restos, 16 ya han sido entregados a sus familias, quienes durante casi 20 años sostuvieron una lucha incansable por el rescate, la verdad y el reconocimiento de sus seres queridos. El proceso ha sido encabezado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), en coordinación con la Secretaría de Gobernación y expertos forenses.
El rescate, aunque tardío, se ha convertido en símbolo de reparación moral y justicia social. El avance ha sido posible gracias a un compromiso directo del presidente López Obrador, quien en 2020 ordenó la reapertura del caso como parte de un acto de justicia histórica.
Colectivos de viudas, madres y hermanos han acompañado cada paso del proceso con fuerza y dolor. La esperanza se renueva en cada cuerpo recuperado, pero también permanece la exigencia de verdad: ¿por qué se tardó tanto?
Las labores continuarán hasta agotar todos los puntos de búsqueda al interior de la mina. Mientras tanto, el eco de los mineros rescatados se escucha en cada acto de memoria y resistencia.
Recuperar un cuerpo no borra el dolor, pero sí le devuelve nombre, historia y dignidad. Pasta de Conchos es más que una tragedia minera: es una deuda moral que apenas empieza a saldarse. Porque justicia también es abrazar lo que por años se negó.
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