En plena ola de críticas por su fortuna millonaria y su cinismo en el Senado, el senador Adán Augusto López Hernández suma un nuevo escándalo: su hijo, Augusto Andrés López Estrada, recibió 805 mil pesos en la Cámara de Diputados por trabajos de asesoría cuando aún era estudiante universitario. El caso, documentado en contratos y declaraciones patrimoniales, exhibe una práctica que Morena prometió desterrar: el nepotismo disfrazado de profesionalismo.

Cuerpo
La denuncia publicada por el periodista Jorge Gómez reveló que López Estrada fue contratado como asistente parlamentario en el grupo de Morena, percibiendo más de 800 mil pesos en un periodo corto, sin contar con título universitario concluido. El documento oficial muestra que al momento de recibir los pagos solo estaba inscrito en la licenciatura, aún en curso.

En redes sociales, la indignación fue inmediata. Estudiantes de derecho y ciencias políticas contrastaron la cifra con las becas estudiantiles: “a nosotros nos dan 2 mil al mes, a él 800 mil sin graduarse”. Colectivos anticorrupción recordaron que Morena llegó al poder con la promesa de erradicar el nepotismo y los privilegios familiares.

Este episodio se suma a la lista de contradicciones de Adán Augusto:

Reconoció ingresos por más de 79 millones de pesos no declarados entre 2023 y 2024, atribuidos a herencias y venta de ganado.

Fue captado viendo el partido Barcelona–PSG en plena comparecencia de Hacienda.

Su exjefe de seguridad terminó detenido como líder de un grupo criminal, acusado de pactar treguas con el narco.

La narrativa de austeridad y honestidad se derrumba frente a un patrón familiar de privilegios y opacidad.

El caso del hijo de Adán Augusto no es anécdota: es la confirmación de un sistema que reparte sueldazos entre los cercanos al poder mientras millones de jóvenes pelean por becas mínimas. En un estado como Coahuila, donde se exige transparencia en cada peso, la pregunta ciudadana es inevitable: ¿quién heredará el futuro, los hijos del esfuerzo o los hijos del poder?