Entre la comunidad de catedráticos, estudiantes y egresados de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), la incertidumbre es total. El rector, Alberto Flores Olivas, denunció un severo recorte en el presupuesto federal propuesto para la institución, una medida que amenaza la operatividad de la universidad más importante de Coahuila en el sector agropecuario y un pilar para el desarrollo rural del país.
El recorte se enmarca en los protocolos de austeridad del gobierno federal, que buscan, según cifras oficiales, una optimización del gasto público. Sin embargo, esta medida choca de frente con la realidad de la UAAAN, que enfrenta costos crecientes. Hasta ahora se ha comprobado que la matrícula de la universidad ha crecido de forma sostenida, mientras sus obligaciones de pago a un número cada vez mayor de pensionados se vuelven ineludibles.
El rector Flores Olivas ha presentado los resultados del crecimiento de la Narro, exigiendo al gobierno federal una reevaluación del presupuesto asignado. La exigencia de transparencia y apoyo se extiende a los legisladores federales que representan a Coahuila, de quienes se espera que defiendan los recursos para la educación superior del estado.
Todavía no está claro si las gestiones del rector y del gobierno estatal ante la Secretaría de Hacienda lograrán revertir o al menos mitigar este recorte antes de la aprobación final del Presupuesto de Egresos de la Federación.
Castigar presupuestalmente a una universidad pública que demuestra crecimiento y cumple una función estratégica es un contrasentido. La educación y el campo no son un gasto, sino una inversión en la soberanía de Coahuila y de México. ¿Qué haremos como ciudadanos para defender a nuestras instituciones educativas de decisiones centralistas que parecen ignorar la realidad local?














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