La región Carbonífera de Coahuila vivió una jornada trágica con tres intentos de suicidio registrados en menos de un día. Autoridades y familiares intervinieron a tiempo, pero los casos encendieron las alarmas sobre el estado emocional de la población y la necesidad urgente de atención psicológica.
Una ola de desesperación sacudió a la Carbonífera en apenas 24 horas. Tres personas atentaron contra su vida en Sabinas y sus alrededores, en hechos que ocurrieron entre la madrugada y la noche del mismo día. Aunque en los tres casos las víctimas fueron rescatadas con vida, el impacto social ha sido profundo.
En uno de los casos, un joven fue hallado inconsciente tras ingerir medicamentos en exceso; en otro, una mujer intentó lanzarse desde un puente; y el tercero involucró a un hombre que fue encontrado colgado pero logró ser reanimado a tiempo. La oportuna intervención de familiares, vecinos y cuerpos de emergencia fue clave para evitar desenlaces fatales.
Estos episodios, más que aislados, reflejan una tendencia preocupante en la región. Organizaciones civiles y personal médico han alertado sobre el aumento de casos relacionados con trastornos de ansiedad, depresión y estrés económico, particularmente entre jóvenes y personas mayores.
La falta de atención psicológica accesible y de programas de salud mental con cobertura suficiente sigue siendo una deuda pendiente en Sabinas y los municipios vecinos. Pese a los esfuerzos locales, la mayoría de las familias enfrenta estas crisis sin herramientas, sin acompañamiento y sin orientación institucional.
Cada intento de suicidio es un grito que no fue escuchado a tiempo. No se trata de estadísticas, sino de seres humanos atravesando momentos límite. Coahuila necesita, con urgencia, políticas de salud mental que no sean solo discursos, sino puentes reales hacia la esperanza.
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