La Fiscalía de Personas Desaparecidas de Coahuila activó la Alerta Amber tras la desaparición del menor Chrisjeday Guillermo González Acosta, de 2 años, ocurrido el 23 de septiembre en la colonia Antigua Aceitera. El niño fue visto por última vez acompañado de su padre y desde entonces no se le ha encontrado. El asunto moviliza vigilancia regional porque cualquier desaparición infantil en la zona metropolitana lacera la sensación de seguridad: si no se localiza rápido en Torreón, municipios con menos recursos quedan más expuestos.
Según la ficha de búsqueda, Chrisjeday tiene cabello lacio de color castaño oscuro, estatura aproximada de 0.90 m y pesa unos 16 kg. En el día de su desaparición vestía camiseta azul y pantalón corto beige.
Las autoridades desplegaron operativos en retenes viales, rutas locales y han pedido colaboración ciudadana mediante difusión de la ficha. También solicitaron la intervención de entidades vecinas para cerrar rutas de escape.
Hasta ahora se ha confirmado que la desaparición ya cumple los criterios para activar una Alerta Amber dada la edad del menor y el riesgo inherente. Todavía no está claro si hay indicios sólidos del padre que lo acompañaba ni si otras cámaras o testigos han dado pistas.
Comparativamente, aunque Coahuila ha usado alertas infantiles en casos anteriores, la eficacia depende de la cooperación ciudadana y la velocidad de actuación policial. En regiones con menor infraestructura, esa ventana crítica a menudo se cierra rápido.
No basta emitir una Alerta Amber: cada segundo cuenta. Si no logramos movilizar fuerzas institucionales y comunitarias al unísono, los lapsos de búsqueda pierden fuerza. ¿Cuántas veces más permitiremos que una búsqueda infantil se enfríe antes de generar resultados?














Comments are closed