Un operativo policial en la colonia Guerrero de Monclova dejó como resultado la detención de Rosa Velia “N”, esposa del presunto agresor de una niña de 10 años, identificado como Santos “N”, quien hasta el momento se encuentra evadiendo la orden de aprehensión. Este episodio obliga a plantear interrogantes sobre la eficacia de los protocolos de búsqueda en ciudades medianas: si el agresor puede evadir en Monclova, ¿qué margen tienen las autoridades en municipios más pequeños del estado?

Según cargos de la Fiscalía, el presunto abuso ocurrió el 11 de agosto en una miscelánea de la colonia, cuando la niña estaba sin acompañamiento del familiar que la cuidaba. La madre presentó la denuncia formal ante la Fiscalía.

Durante el cateo para capturar a Santos “N”, elementos municipales, la Agencia de Investigación Criminal y el Grupo de Reacción Centro aseguraron la vivienda. Rosa Velia “N” fue detenida tras hallarse dentro de la casa e intervenir con actos de posible entorpecimiento, como ofrecer dinero para disuadir la denuncia.

Hasta ahora se ha comprobado que el agresor tenía al menos cuatro denuncias más por delitos sexuales, aunque muchas de ellas no prosperaron. Todavía no está claro si existía un mecanismo activo de vigilancia en su contra ni por qué no fue ubicado antes.

Al contrastar con otras zonas de Coahuila, los casos de evasión de presuntos agresores son más comunes en municipios con menores capacidades de inteligencia. En esas regiones, las denuncias a menudo se frenan en etapas iniciales. Si Monclova logra capturar eventual cómplices o aplicar medidas cautelares fuertes, podría servir como modelo preventivo para el resto del estado.

Detener a la esposa no basta cuando el presunto agresor sigue libre. La justicia debe cazar la estructura, no solo sus piezas colaterales. Si un caso así ocurre en Monclova, ¿qué esperanza tienen niñas en municipios aislados sin vigilancia institucional? ¿Hasta cuándo la evasión será parte del cálculo de los agresores?