En solo dos años, el gasto hormiga de los hogares de Coahuila en alimentos y bebidas fuera de casa creció un 29 %. Según datos oficiales, cada familia destina en promedio 316 pesos más al mes a cafés, botanas, refrescos y comida rápida que en 2022, un hábito que parece menor pero que, sumado, representa una fuga considerable del ingreso.
Este incremento se atribuye a la inflación acumulada en productos procesados, a cambios en los hábitos de consumo postpandemia y a la proliferación de tiendas de conveniencia en zonas urbanas y semiurbanas. Si bien muchos hogares no perciben el impacto inmediato, la suma anual equivale a miles de pesos que podrían destinarse a ahorros o necesidades prioritarias.
Especialistas advierten que este patrón de gasto refleja tanto un tema cultural como económico: la inercia de compras pequeñas pero frecuentes, muchas veces impulsadas por promociones y disponibilidad inmediata, termina por limitar la capacidad de ahorro y aumentar la vulnerabilidad financiera.
El reto no es solo individual, sino también social: promover educación financiera y opciones de alimentación accesibles para reducir el peso de estos gastos en la economía familiar sin afectar la calidad de vida.
El gasto hormiga no se siente… hasta que muerde el bolsillo. En Coahuila, el reto es aprender a medir no solo lo que entra, sino lo que se escapa en pequeños sorbos y bocados diarios.














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