Alonso Ancira, expresidente de Altos Hornos de México, ha solicitado una liquidación por 305 millones de pesos derivada de su salida de la empresa. La petición llega en pleno incumplimiento de su acuerdo reparatorio con Pemex por el caso AgroNitrogenados, donde todavía adeuda más de la mitad del pago pactado.
La solicitud se da en un momento en que AHMSA atraviesa una reestructuración profunda bajo nuevos inversionistas, y cuando su nombre sigue asociado a irregularidades financieras y a una de las operaciones más cuestionadas en la historia reciente de la empresa. Este movimiento, interpretado por analistas como un intento de capitalizar su salida, abre un nuevo frente legal y mediático alrededor del empresario.
El contraste no pasa desapercibido: mientras Ancira se presenta como acreedor de una indemnización, las arcas públicas aún esperan el cumplimiento del compromiso que lo libró de la prisión preventiva. En Coahuila, donde AHMSA es un emblema industrial, la noticia alimenta el debate sobre la responsabilidad empresarial y la rendición de cuentas.
Cobrar mientras se debe no es solo una jugada legal: es un mensaje. En la tierra del acero, donde cada peso importa, la coherencia empresarial debería pesar tanto como el hierro que forjó a AHMSA.














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