El sábado 10 de agosto de 2025, en la zona fronteriza entre Monclova y Frontera, un motociclista de 18 años perdió la vida tras impactarse contra un poste de concreto; el golpe fue tan grave que falleció de manera inmediata. La velocidad extrema y el consumo de alcohol habrían sido factores determinantes.
Cerca del lugar, su acompañante, un joven de 21 años, yace en estado crítico. No portaba casco y presenta lesiones graves: fracturas de cráneo y pelvis, neumotórax, entre otros daños que lo mantienen en una clínica del IMSS donde ingresó directamente al quirófano.
Testigos informaron que ambos regresaban en motocicleta tras una reunión con amigos; el conductor, apenas una semana antes, había comprado la unidad motriz. El accidente ocurrió al perder el control en una curva, al pasar la calle Progreso.
Este episodio enluta a una familia joven y refleja cuán frágil resulta la frontera entre una reunión con amigos y una tragedia irremediable. El uso de casco, un elemento que salvó a muchos en circunstancias similares, fue ignorado por uno de ellos; un recordatorio que no debería pasar.
Cuando la juventud se combina con imprudencia, los límites entre vida y muerte se desdibujan peligrosamente. En Coahuila urge fortalecer una cultura vial que goce de impulso social y no de sanciones. Cuidarse no debería sentirse como una opción.














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