La exportación de ganado en pie desde Coahuila hacia Estados Unidos cayó prácticamente a cero en 2024. La causa: el cierre del único punto autorizado en la frontera y una coordinación federal-estatal que llegó tarde. Hoy el Congreso local lanza un llamado urgente ante el riesgo de quiebra para cientos de productores.
Durante décadas, la exportación de ganado en pie fue una fuente estable de ingresos para cientos de productores coahuilenses. Sin embargo, en 2024 la actividad se desplomó en casi un 100%. El cierre del Puente Internacional Acuña–Del Río, único cruce autorizado por el gobierno estadounidense para exportar reses desde Coahuila, paralizó completamente el flujo ganadero.
De 2020 a 2023, el promedio anual de exportación osciló entre 40 mil y 45 mil cabezas de ganado. En contraste, en lo que va de este año apenas se han registrado mil 172. El panorama es sombrío, sobre todo para pequeños y medianos productores que ya enfrentaban los efectos acumulados de la sequía, el alza en insumos y la inflación.
La Unión Ganadera Regional de Coahuila advirtió que la falta de alternativas está provocando sobreoferta local, caída en precios y riesgo de quiebra para múltiples ranchos. Además, denunció que las gestiones federales para habilitar otros puntos de cruce han sido insuficientes o tardías.
Ante esta situación, el Congreso del Estado de Coahuila emitió un exhorto unánime para que el Gobierno Federal, la Secretaría de Agricultura y la autoridad aduanera aceleren las gestiones bilaterales con Estados Unidos. El objetivo: reabrir el cruce o habilitar un nuevo punto que permita reactivar el comercio de reses.
Los legisladores locales coincidieron en que Coahuila está siendo marginado frente a otros estados que sí cuentan con cruces múltiples, como Chihuahua o Sonora. También lamentaron que no exista un plan de contingencia para los ganaderos, quienes en muchos casos viven al día con base en la venta a compradores estadounidenses.
En el fondo del problema también hay un conflicto diplomático no resuelto. Estados Unidos exige condiciones sanitarias específicas que no siempre son reconocidas o aplicadas con la misma eficacia en todos los estados. Coahuila, pese a sus certificaciones, sigue sin obtener una vía alterna viable para exportar su ganado.
El campo coahuilense no puede seguir pagando los costos de la inercia política y la descoordinación binacional. Cada res que no cruza es una familia que pierde ingreso, un rancho que se endeuda, un sector que se debilita. Si no se restablece pronto la exportación, el daño será irreversible. Lo que hoy está en juego no es solo el ganado: es la supervivencia de todo un modo de vida rural.
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