En el Cefereso No. 18 de Ramos Arizpe, Coahuila, la ley la imponen las mafias. Familias de internos denuncian un autogobierno que ha convertido el penal en un infierno, donde la violencia y la corrupción son moneda corriente.

Familiares de personas privadas de la libertad en el penal federal de máxima seguridad ubicado en Ramos Arizpe han alzado la voz ante prácticas de autogobierno y violencia que se han intensificado en el último año. La llegada de internos provenientes del penal del Altiplano, presuntamente miembros de células criminales, ha propiciado la formación de mafias que controlan la convivencia dentro del penal.

Según testimonios, se ha documentado el trasiego de drogas dentro del penal. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) reveló en mayo de 2024 que, tras la sospechosa muerte de un interno, se realizaron exámenes toxicológicos a 243 personas, de las cuales 157 —un 64%— dieron positivo a sustancias prohibidas.

Familiares también denuncian que algunos reclusos son obligados a golpear a compañeros bajo amenazas, y que se exige dinero para acceder a atención médica. El temor es constante, incluso en los grupos de WhatsApp donde se comunican, ya que sospechan de infiltrados que informan a las mafias internas.

“Lo que sabemos es que hay muchos grupos, pero uno predomina. Y lo que sospechamos es que estas personas están coludidas con los mandos, porque no es posible que ocurran tantas cosas y queden impunes.”
— Madre de un interno, bajo anonimato por temor a represalias

¡Válgame Dios! En lugar de rehabilitar, el penal parece escuela del crimen. ¿Quién manda ahí? Pues las mafias, y el gobierno nomás mirando desde la barrera.